¿Puede el estrés afectar mi sistema inmune?

Actualmente, un agravante constante de las enfermedades es el estrés crónico.

El vivir con estrés constante proveniente de nuestras relaciones, el trabajo, responsabilidades económicas, etc., hacen que los niveles de estrés en nuestro organismo se incrementen y se vuelvan constantes.

Son las cargas altas de estrés prolongadas en el tiempo las que pueden acarrear problemas en nuestra salud.

Estrés continuado

El estrés crónico se considera como la enfermedad del siglo XXI. Ahora vivir bajo estrés constante se convirtió en algo normal. Pero es una situación que puede ser completamente nociva porque deprime nuestro sistema inmunológico.

Y es que el estrés, afecta la forma en la que el organismo genera una respuesta de defensa fuerte alterando la movilización de las células a lugares donde hay inflamación o alguna infección.

Por esta razón, se hace necesario, aprender a mitigar el estrés psicológico que puede afectar nuestro sistema inmunológico y por ende, dejarnos más susceptibles a la inflamación y a las infecciones.

Conozcamos nuestro sistema inmune

Nuestro sistema, se ha ido adaptando a lo largo de la evolución para combatir a los distintos patógenos que representan una amenaza. Ya sea haciendo una barrera que impida su entrada a nuestro organismo, o rastreándolos hasta destruirlos.

En esta respuesta adaptativa participan dos sistemas principalmente: el inmunológico y el nervioso.

Cuando se presenta una amenaza (antígeno) hay un constante intercambio de mensajes entre estos dos sistemas intentando mantener al organismo libre de agentes infecciosos.

Pero antes de avanzar en la afectación que puede tener el estrés sobre el sistema inmune, entendamos en qué consiste ‘‘el estrés’’.  

Nuestro sistema, se ha ido adaptando a lo largo de la evolución para combatir a los distintos patógenos que representan una amenaza.

Ya sea haciendo una barrera que impida su entrada a nuestro organismo, o rastreándolos hasta destruirlos.

En esta respuesta adaptativa participan dos sistemas principalmente: el inmunológico y el nervioso.

Cuando se presenta una amenaza (antígeno) hay un constante intercambio de mensajes entre estos dos sistemas intentando mantener al organismo libre de agentes infecciosos.

Pero antes de avanzar en la afectación que puede tener el estrés sobre el sistema inmune, entendamos en qué consiste “el estrés”.

¿Qué es el estrés?

El estrés puede surgir a raíz de muchas cosas. Ya no solo se trata de eventos particulares que pueden llegar a ser traumáticos como el tener que escapar de una amenaza súbita. Sino de los estresores constantes que tenemos cada día y todo el día.

El trabajo, las relaciones (amigos, pareja, familiares, etc), el tráfico, las tareas pendientes, un comentario que alguien hizo y nos disgustó, dificultades económicas y todas las responsabilidades o preocupaciones en general…

Estresores que constantemente estimulan la actividad de nuestro sistema nervioso y psicológico causando un desgaste.

Sin embargo, ese desgaste no se genera únicamente a raíz de estos eventos. También puede surgir con otros factores como los hábitos, dieta, falta de ejercicio o de sueño, uso de sustancias, etc. Ya puedes ver que en la mayoría de casos, tenemos una vida estresada.

Nuestro organismo, reacciona al estrés inmediato con hormonas que nos protegen en el momento y promueven la adaptación. Pero cuando ese estrés ‘‘inmediato’’ se prolonga al largo plazo, ocurren cambios en el organismo que promueven la enfermedad.

Mujer con manos en la cabeza por el estrés

Nuestra respuestas al estrés están reguladas por las glándulas suprarrenales y estas a su vez son estimuladas por el sistema nervioso simpático. En estas glándulas es donde se producen los corticosteroides.

Las hormonas que se producen ante situaciones de estrés: principalmente el cortisol, pero también la adrenalina. Ahora, conozcamos a esta hormona que se produce primeramente.

El cortisol: La hormona del estrés

El cortisol, es una hormona esteroidea producida por las glándulas suprarrenales ubicadas en los riñones. Las situaciones de estrés (independientemente del origen del estrés) son interpretadas por nuestro organismo como situaciones de peligro de las cuales debemos escapar.

Esa interpretación, el cuerpo lo hace a través de señales que llegan al cerebro y generan reacciones en cadena en nuestro sistema que, estimulan luego, la producción de hormonas como el cortisol.

Ya que debemos escapar de dichas situaciones amenazantes, el cortisol se encarga de aumentar la síntesis de glucosa. Y la glucosa, al estar disponible en el torrente sanguíneo permite acceder a la energía necesaria para ‘‘escapar’’.

¿Qué es el sistema inmune?

Conozcamos un poco de nuestro sistema de defensas. Primero debemos comprender cómo funciona nuestro sistema inmune. Los seres humanos tenemos dos tipos de inmunidad: la innata (o natural) y la adaptativa (o específica).

Dentro de la inmunidad innata, hay células que atacan muchos tipos de agentes patógenos en un tiempo relativamente corto. Son como células multipropósito.

Estas células son reclutadas al lugar donde ocurre la herida, lesión o la infección. Y la respuesta generalizada que generan estas células es la inflamación.

Dentro de estas células encontramos a las células NK (o Natural Killer). Las células NK destruyen células infectadas, y los neutrófilos y los macrófagos.

Estos últimos, destruyen agentes patógenos a través de un proceso llamado fagocitosis. Proceso que se puede entender como comerse el patógeno para poder degradarlo y destruirlo.

Mientras tanto, la inmunidad adaptativa, tiene una forma de ataque mucho más específica y la vez, un poco más lenta. ¿Por qué se llama adaptativa? Porque el sistema inmune aprende a reconocer los agentes patógenos específicos y adapta mecanismos de defensa especiales para cada uno.

Aquí son protagonistas los linfocitos quienes neutralizan los patógenos con anticuerpos. Existen varios tipos de linfocitos, y estos tienen receptores en su superficie que encajan con solo una forma molecular o un sólo tipo de antígeno.

Por eso, una vez detectado el antígeno, se genera una respuesta específica para él. Así, estas células específicas de antígeno se dividen para crear más células que tengan esa misma respuesta de defensa específica con dicho antígeno.

Cómo el sistema inmune reacciona ante el estrés

¿Cómo afecta el estrés al sistema inmune?

El sistema nervioso autónomo, influencia la actividad del sistema inmune. Esto se refleja en el efecto ‘‘freno’’ que tiene la secreción del cortisol en las distintas células del sistema inmune.

La secreción miembros del sistema inmune adaptativo se ven influenciados por el estrés. Un ejemplo es la Inmunoglobulina A, un tipo de anticuerpo muy importante que está presente en las mucosas del organismo. La Inmunoglobulina A se encarga de impedir que los patógenos se instalen en ella.

Pero esto también ocurre con otros miembros del sistema inmune innato, como ciertas proteínas que tienen actividad antimicrobiana. La secreción de estas proteínas está regulada por el sistema que también regula la producción y secreción de cortisol.

Bajo situaciones de estrés, el patrón en el cual se secretan estas proteínas antimicrobianas cambia. Esto último puede explicar por qué el estrés aumenta la susceptibilidad de enfermedades infecciosas.

¿Y qué pasa con nuestra inmunidad innata?

Las células NK o células asesinas pertenecientes a la inmunidad innata, también se ven afectadas por el estrés crónico. Estas células, se encargan nada más y nada menos que de eliminar células cancerosas o aquellas que se encuentren infectadas.

El estrés crónico se ha visto cómo disminuye la habilidad de las células NK para destruir a sus células objetivo y al mismo tiempo, la alteración en la actividad de las células NK se ha relacionado con la progresión de enfermedades virales y autoinmunes.

A nivel dérmico, también se ve cierta alteración a raíz del estrés. La piel, tiene un papel de barrera impidiendo la entrada de patógenos en nuestro cuerpo y se ha visto como la recuperación de la integridad de la piel y de heridas se entorpece en personas que han sido sometidas a estrés agudo.

El estrés psicológico está relacionado con la supresión de los mecanismos de defensa contra los microorganismos especialmente cuando se trata de las respuestas provenientes de la inmunidad adaptativa.

Es decir, se comprometen los mecanismos bajo los cuales tu cuerpo reconoce un patógeno y se defiende de él. Es por eso que los constantes estresores y la ansiedad, pueden aumentar la recurrencia de procesos infecciosos.

Efectos del estrés en el sistema inmune

¿Cómo se puede mitigar el efecto del estrés?

Cómo puedes ver, vivir bajo estrés constante, compromete de muchas formas nuestros mecanismos de defensas.

En un mundo en el que inevitablemente tenemos constantes estresores, hay muchas estrategias orientadas a disminuir su efecto. Estas estrategias te servirán para relajar la mente y, por tanto, el sistema nervioso.

Una de las principales es el descansar adecuadamente. Tener las horas necesarias que el cuerpo necesita para realmente descansar, ya que la privación de sueño representa una gran fuente un estrés crónico en el organismo.

Por otro lado, hay muchas actividades que ayudarán a regular el estrés y la ansiedad. Por ejemplo, la meditación, los ejercicios de respiración, el ejercicio físico, recibir sol, hacer yoga o leer.

Dedicar un momento de tu día a día para alguna de estas actividades marcará la diferencia en tu salud. Tu mente y tu sistema inmunológico te lo agradecerán.

En AD Fisioterapia Valencia puedes realizar muchas de estás actividades, llevar una dieta sana gracias al servicio de Nutrición, ejercicio físico gracias al servicio de Entrenamiento personal, reducir tus problemas personales o niveles de ansiedad gracias al servicio de Psicología o relajar el cuerpo gracias a la Fisioterapia.